miércoles, 16 de marzo de 2016

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Llegué a las tres de la mañana tras tres días de anfetamina y encendí el ordenador,
estaba lleno de locos absurdos que compartían videos de refritos de Coelho, Borges y media generación Beat,
remezclados con grandes éxitos Disney y psicología de bolsa de patatas chips.
Desde su ratón de plástico, clic izquierdo y para todo un mundo de desconocidos,
entre cuatro tabiques de dos capas y doble ventana, aislante térmico y contra el ruido,
entre las sabanas del anonimato y la webcam tapada con esparadrapo de “por si acaso”.
Subiendo propaganda con sus ediciones de video de tutorial “full más crack”,
sobre la verdad del amor, la importancia del contacto y los seres queridos.
Como pájaros azules en jaulas pasando a través de los barrotes notas revolucionarias,
sobre lo libres que son en sus celdas, invitando a desconocidos a picotear los barrotes,
y a romperse los picos en nombre de la ideología correctamente impuesta por la moda.
Fotografiaban con aparatos de oferta planta segunda “yo no soy tonto” cualquier cosa,
con doce filtros que convertían cualquier cosa en una obra merecedora de marcos y etiqueta,
y la subían desde su ratón de plástico, clic izquierdo y para todo un mundo de desconocidos;
con una marca de agua sobre la foto de una montaña que tapaba la montaña y tapaba el marco.
Compartían, les gustaba o no les gustaba, y todo el mundo sabía el nombre del fotógrafo,
el nombre de la foto, el nombre del filtro y como se ponía el  marco, pero nadie sabía de qué coño era la foto.
Los nuevos maniquíes del territorio vaquero a través de filtros polarizados  vendían,
negociaban y regalaban la imagen de su propietario al teclado falsificada por 300 megas  de bajada,
construida por todo aquello que querían ser después de que les dijeran lo que tenían que querer ser,
después de meterlos en el baño María de la hipocresía capitalista y ahorcarlos con la oferta y la demanda,
la demagogia, ADE, el producto y el subproducto, que la policía es un trabajo fijo y permíteme que insista,
la mejor cuenta es naranja, la mejor comisión no tiene comisiones y la baja voluntaria y la parte contratante,
y la sola idea de que en el futuro habrá que venderse a uno mismo en expendedoras,
como un refresco rojo y blanco y su bandera y el hígado inflado de azúcar de lo dulce de sus tiempos.
Y picaban, y compraban, y “Mac es mejor que Windows” y es más “cool” una manzana que una ventana,
y compartían sus compras, desde su ratón de plástico, clic izquierdo y para todo un mundo de desconocidos,
sus posesiones y sus ediciones limitadas, y todas las cosas imposibles en las que tuvieron posibilidades.
Abandonaban botellas de fibra óptica en la red con la imagen de ellos mismos creada por ellos mismos,
y subtitulaban sus “ripeos full hd” con la excusa de compartir cultura para vender su cine y ser película,
protagonizando con su triste vestido la generación más mentirosa que se puede tener delante,
creían ser casi siempre tan maravillosos como la imagen de ellos mismos que se habían inventado,
cambiando sus ideales cuando otros ideales generaban más visitas,  “más likes”, más reproducciones,
y luego protestaban y criticaban y maldecían y analizaban y enseñaban y ocultaban y me di cuenta,
y entonces vi lo que pasaba y escribí esto como si fuera un aviso y le puse una imagen y una firma de agua,
con mi nombre bien grande y en el fondo una montaña y que se viera mi equipo de oferta y ultima versión,
y un par de frases de otro, mezcladas , con mi ratón de plástico, clic izquierdo y para todo un mundo de desconocidos, y en un post it escrito con edding  y la miré obnubilado y me odie por momentos y  apague la pantalla
 y vi mi reflejo y me invadió la rabia,
y reventé el monitor de un cabezazo, saboree el plástico y me limpié el plasma de los labios con la manga,
con el antebrazo como la sangre de una presa.

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